martes, 8 de mayo de 2007

Yo quiero vivir

Siento frío, tengo las manos escarchadas, los pies duros y los dedos torcidos e inamovibles. No estoy seguro de que un ser vivo pueda estar tan gélido, no siento los pies, en el cuello una cola peluda y pinchuda me ahorca se enrosca en uno de mis brazos y lo vuelve inútil. Si no estoy en el infierno soy un hombre/ cadáver que pronto va a ser digerido por una serpiente, lo supongo, tal vez no estoy muerto porque siento el punzar agudo de un corazón asustado, los latidos indican algo pero no aseguran el futuro (yo vi una foto de un hombre en el estómago de una serpiente, un hombre verde, en posición fetal, los jugos gástricos estaban trabajando cuando los científicos mataron al animal y lo abrieron). Tengo miedo de bajar los ojos y mirarme el cuello o el brazo, pincha y las serpientes no pinchan, eso me tranquiliza, aunque tal vez los pinchazos son producto del terror a la muerte, quién puede concebir que siente uno antes de abandonar este mundo. La vívora desquiciada no esta húmeda, en el serpentario las percibí resbaladizas y hambrientas, movedizas y feroces, pero no se mueve, debe esperar que la mire, debe querer observarme bien antes de tragarme, no le tengo miedo al dolor porque se que no tiene dientes (aunque siempre rece no morir asfixiado). Sigue sin moverse, su paciencia me enerva, siento calor en el cuelo, en el brazo, donde me aprisiona, pese a que transpiro no se resbala, no es una vívora, y si lo es no se como llegó a esta ciudad maldita, hace frío y no se mueve, quiero confirmar mis cavilaciones escarchadas y hambrientas. Yo soy el hombre, estoy vivo porque puedo pensar, puedo dudar de que es lo que me ata y me deja quieto y es una serpiente si le doy ese nombre, y no quiero, porque no quiero morirme en este rincón de diarios viejos, de olor a calles abandonadas y cascabeles imaginarios. Tengo frío y recuerdo que eso me hizo olvidar el hambre, y pienso, el miedo no puede evitarlo, razono y se que no es una vívora, es de lana, vieja pero tejida por alguna abuela amorosa (ya muerta) a un nieto ya viejo que la olvidó en una esquina donde yo la agarré y es verdad, se que es verdad porque dudo y aunque dudo la verdad vuelve, en mi mente separada del cuerpo frio, pobre, solo.

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