sábado, 2 de agosto de 2008

“El énfasis del trabajo estuvo puesto en la militancia de estos hombres y mujeres y no en su trágica muerte”

Entrevista con Carolina Seoane

Carolina Seoane es Profesora de enseñanza media y superior en Letras (Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires) y docente en la escuela secundaria Nacional San Isidro, en donde da clases de literatura. Junto con ex alumnos del Nacional San Isidro y profesores de esa escuela secundaria desarrolló el documental “Sin perder la ternura jamás”, un trabajo en el cual se cuentan las historias de vida y militancia de ex alumnos de la institución desaparecidos durante la última dictadura acontecida en el país. El video fue terminado en el 2006 y desde ese momento es difundido en colegios, centros culturales y festivales.

-Contame en qué consiste el proyecto que ustedes llevan a cabo

Seoane: Nuestro trabajo se enmarcó en el Programa “Jóvenes y Memoria” de la Comisión Provincial por la Memoria, que busca rescatar la historia reciente de las comunidades de las escuelas secundarias de la provincia. Se plantea un acercamiento mucho más directo y vivencial a la historia, mediante acciones que tengan a los alumnos como protagonistas. A través de esta institución se busca fomentar el estudio, la investigación y la difusión de los hechos vinculados con el autoritarismo durante todos los golpes militares y en particular en el terrorismo de estado de la última dictadura, en 1976.

Por otra parte, nos proponemos recopilar, archivar y organizar toda la documentación relacionada con los artículos precedentes para facilitar la investigación académica y judicial, la búsqueda de la verdad histórica y la justicia.

-¿Cómo surgió la idea de hacer el documental?

Seoane: Comenzamos la investigación en abril de 2003 y terminamos el video llamado “Sin perder la ternura jamás” en marzo de 2006, en coincidencia con el aniversario de los 30 años del golpe. Fue un trabajo que le dedicamos mucho esfuerzo y nos llevó mucho tiempo armarlo.

-¿Cómo lo produjeron? En cuanto a la recopilación del material…

Seoane: En primer lugar, leímos y discutimos textos testimoniales e históricos sobre el período de la dictadura. Organizamos charlas con profesores de historia que nos orientaron. Luego, fuimos a los distintos organismos de derechos humanos a buscar información sobre cada uno de los ex alumnos desaparecidos; hablamos con ex alumnos y profesores del colegio durante los 70´ y de este primer abordaje surgieron nuevos nombres de desaparecidos que no estaban contemplados en la placa colocada en el mástil en 1995, en el centro del patio del colegio. Esa placa fue fruto de una investigación del Centro de estudiantes de esa época y el puntapié de nuestro trabajo.

Por último, entrevistamos a amigos, familiares y compañeros de militancia de los desaparecidos. Tuvimos charlas preliminares y luego decidimos a quiénes íbamos a filmar en función del guión que íbamos armando.

-¿Cuál es el objetivo que se proponen?

Seoane: Nos propusimos narrar las historias de vida y militancia de los ex alumnos desaparecidos del Colegio Nacional San Isidro. En todo momento, el énfasis del trabajo estuvo puesto en la militancia de estos hombres y mujeres y no en su trágica muerte. Lo charlamos mucho y a todos les pareció interesante enfocar el documental desde esta perspectiva.

-¿Cómo difunden el material? ¿Cuál es la organización?

Seoane: En jornadas, en colegios, centros culturales y festivales. El grupo de realizadores seguimos en contacto por mail y teléfono y cada uno intenta buscar espacios de difusión. El colegio de San Isidro proyecta el video regularmente para el aniversario de la noche los lápices. Por lo general esta actividad la organiza la Asociación de Ex alumnos del Colegio Nacional y se suele cobrar cinco pesos como contribución, para ayudar con todo lo que tiene que ver con la organización del evento.

-¿Se han cumplido las expectativas?

Seoane: Sí. Logramos hacer un trabajo en equipo, digno y democrático. El video suscita reflexión y controversias y en ese sentido, estimula la polémica y el pensamiento crítico. Somos autocríticos en cuanto a algunas cuestiones técnicas que podrían estar mejor, como por ejemplo, el sonido. También somos conscientes de que existen estos inconvenientes y de que sería más atractivo para el público que viene a ver el video una mejor presentación. De todas formas en esas cosas estamos trabajando para poder dar un salto de calidad. Sólo hace falta un poco de predisposición y fundamentalmente gente que colabore y que sepa hacer las cosas bien.

-¿Realizan algún otro tipo de actividad además del trabajo con este documental?

Seoane: Luego de las proyecciones, intentamos generar un debate profundo con el público. Esa es la modalidad que le proponemos a la gente y por lo general nos ha rendido bastante. La gente se queda a la expectativa, para poder participar y dejar su opinión. Nos reconforta que muestren ese interés, sobre todo por el tipo de problemática que abordamos.

Más allá de esta actividad, el colegio Nacional San Isidro está ligado con otras organizaciones sociales. Por lo general los chicos de quinto año junto con los profesores realizan acción comunitaria. Se busca ayudar a los más carenciados y a aquellos que tienen dificultades para integrarse. Se realizan desde colaboraciones con jardines maternales, hasta el trabajo con chicos con capacidades especiales. También se organizan viajes para llevar ropa hacia algunos pueblos del Chaco que se encuentran en una situación bastante crítica.

-¿Qué respuestas o reacciones observás en el público, en el espectador?

Seoane: Muchas veces, el video es sentido como una cuenta pendiente con la historia por fin saldada; otras, suscita la catarsis personal, la emoción y hasta la satisfacción de que el tema sea retomado con seriedad y compromiso por los jóvenes. A veces, hay enojo por el enfoque que, como todo producto cultural, es absolutamente ideológico.

-¿Qué tipo de público se interesa por estas actividades que ustedes proponen?

Seoane: Todo tipo de público, pero especialmente jóvenes y personas que hoy tendrían una edad similar a la de las personas desaparecidas (entre 50 y 60 años). Los docentes son una fuente de inquietud permanente: muchas veces es a través de ellos que llegamos a la proyección en instituciones.

-¿Cuáles son las cosas que podrían modificar o mejorar dentro del proyecto?

Seoane: Necesitamos ser más prolijos con los tiempos y, sobre todo, sumar más manos puestas a la obra. Para mejorar necesitamos principalmente voluntarios que puedan aportar desde su lugar cualquier tipo de valor, desde la organización, la presentación, la difusión del documental. De todas formas, el balance siempre termina siendo positivo. Unos años atrás no nos hubiésemos imaginado todo lo que hemos progresado. Porque el video ya está hecho, pero fue producto de un largo proceso. Lo que buscamos ahora es que llegue a la mayor cantidad de gente posible y sobre todo que deje espacio para a reflexión.

No hay comentarios.: