miércoles, 1 de julio de 2009

Un largo camino por recorrer

Una de las principales consignas de los periodistas durante toda la campaña electoral para senadores y diputados de la Nación fue la idea del modelo. La mayoría de las veces este concepto se diluyó entre las terminantes afirmaciones de los candidatos que recorrían su maratón por los medios de que no eran las ideologías las que se tenían que poner en debate, no era allí dónde debía ponerse la mira. Tras las elecciones parece quedar la misma sensación de vacío, que los mismos medios de comunicación refuerzan. Entonces, ¿qué es lo que se debate? El análisis que más consenso parece haber tenido luego de las pérdidas evidentes de poder que tuvo el oficialismo en las elecciones legislativas es que lo que perdió es una forma de gobernar, perdieron los modos intolerantes de gobernar el país del kirchnerismo. A partir del tan difundido conflicto ¿con el campo? el país que fue se fue construyendo en los diferentes medios era un país furioso, hastiado, que no aguantaba más, que quería salir del letargo en el que los habían encasillado los maniosos kirchneristas. Quedó en el olvido el Indec, la pobreza, la inflación, la inseguridad, el sistema tributario regresivo, el desempleo. El problema ya no era lo que faltaba hacer, el problema era la forma de gobernar, el problema era el Gobierno. Todo ello quedó reflejado en el "voto bronca" que por ejemplo muchos analistas mencionan que le permitieron ganar a Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires. Un voto que no hizo más que reproducir aquella idea que sobrevolaba el ambiente: "ya no importan las ideologías". Es en este marco que los discursos desestabilizadores (la palabra es esa y ninguna otra) fueron instalándose en la sociedad, reclamándole paradójicamente al Gobierno su intolerancia y autoritarismo. El más fiel reflejo de ese discurso que en un primer momento parece abstracto, son algunas de las notas del diario La Nación, donde, escudándose en supuestos dichos de funcionarios opositores, manifiesta la posibilidad que algunos barajan de que las elecciones presidenciales se adelanten a causa de la inoperancia de un Gobierno que no escucha y que nos puede sumir en una profunda crisis. Como menciona el filósofo Ricardo Forster, muchas veces los intereses particulares se hacen pasar como universales, como los intereses de todo un pueblo. Todo esto deriva en una sencilla ecuación: un pueblo enojado, con ánimo de revancha que se olvida de reclamar a sus gobernante que defiendan sus verdaderos intereses, aquellas cosas que el tan mentado modelo debe solucionar y reparar, ya que lo principal no es pensar en este momento quiénes podrán ser los candidatos para gobernarnos en dos años y medio, sino reflexionar sobre quiénes deben solucionar los problemas de hoy, para que en el futuro (2 años y medio después) haya un país más justo: para ello queda un largo camino por recorrer.

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