Todo ello quedó reflejado en el "voto bronca" que por ejemplo muchos analistas mencionan que le permitieron ganar a Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires. Un voto que no hizo más que reproducir aquella idea que sobrevolaba el ambiente: "ya no importan las ideologías". Es en este marco que los discursos desestabilizadores (la palabra es esa y ninguna otra) fueron instalándose en la sociedad, reclamándole paradójicamente al Gobierno su intolerancia y autoritarismo. El más fiel reflejo de ese discurso que en un primer momento parece abstracto, son algunas de las notas del diario La Nación, donde, escudándose en supuestos dichos de funcionarios opositores, manifiesta la posibilidad que algunos barajan de que las elecciones presidenciales se adelanten a causa de la inoperancia de un Gobierno que no escucha y que nos puede sumir en una profunda crisis.
Como menciona el filósofo Ricardo Forster, muchas veces los intereses particulares se hacen pasar como universales, como los intereses de todo un pueblo. Todo esto deriva en una sencilla ecuación: un pueblo enojado, con ánimo de revancha que se olvida de reclamar a sus gobernante que defiendan sus verdaderos intereses, aquellas cosas que el tan mentado modelo debe solucionar y reparar, ya que lo principal no es pensar en este momento quiénes podrán ser los candidatos para gobernarnos en dos años y medio, sino reflexionar sobre quiénes deben solucionar los problemas de hoy, para que en el futuro (2 años y medio después) haya un país más justo: para ello queda un largo camino por recorrer.
miércoles, 1 de julio de 2009
Un largo camino por recorrer
Todo ello quedó reflejado en el "voto bronca" que por ejemplo muchos analistas mencionan que le permitieron ganar a Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires. Un voto que no hizo más que reproducir aquella idea que sobrevolaba el ambiente: "ya no importan las ideologías". Es en este marco que los discursos desestabilizadores (la palabra es esa y ninguna otra) fueron instalándose en la sociedad, reclamándole paradójicamente al Gobierno su intolerancia y autoritarismo. El más fiel reflejo de ese discurso que en un primer momento parece abstracto, son algunas de las notas del diario La Nación, donde, escudándose en supuestos dichos de funcionarios opositores, manifiesta la posibilidad que algunos barajan de que las elecciones presidenciales se adelanten a causa de la inoperancia de un Gobierno que no escucha y que nos puede sumir en una profunda crisis.
Como menciona el filósofo Ricardo Forster, muchas veces los intereses particulares se hacen pasar como universales, como los intereses de todo un pueblo. Todo esto deriva en una sencilla ecuación: un pueblo enojado, con ánimo de revancha que se olvida de reclamar a sus gobernante que defiendan sus verdaderos intereses, aquellas cosas que el tan mentado modelo debe solucionar y reparar, ya que lo principal no es pensar en este momento quiénes podrán ser los candidatos para gobernarnos en dos años y medio, sino reflexionar sobre quiénes deben solucionar los problemas de hoy, para que en el futuro (2 años y medio después) haya un país más justo: para ello queda un largo camino por recorrer.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario